lunes, 2 de abril de 2012

A Antonio Machado


Es triste ver de frente
campando a la tristeza
entre la buena gente
que vuelve la cabeza
a su fortuna ausente.

A. Álvarez
Marzo de 2012

domingo, 25 de diciembre de 2011

Una felicitación desde La Habana


Aitana Alberti vive en Pleamar desde que nació, mucho antes de vivir en esa casa suya que se llama igual.
Desde ella, en aquella orilla (Me siento, mar, a oírte. / ¿Te sentarás tú, mar, para escucharme?), hasta mi tierra adentro, me manda Aitana su cariño con unos versos que Rafael dedicara a Pablo Picasso:
Pareciera que el toro va a cogerte,
a darte el cornalón definitivo.
Pero burla burlando jamás pierdes
el segundo preciso que esquiva sus agujas.
Salir ileso siempre, ése es tu arte.
R.A. a P.P.

Probablemente, cartel de Manolo Garvayo
(pintor y tertuliano malagueño) con motivo
de alguna de las tertulias a las que pudieron
asistir Pablo Picasso y Rafael Alberti.

Yo, en mi infinito atrevimiento, me arranqué a parafrasear:
Salir ileso siempre
de la lenta embestida
de la fiera de agujas:
¡El arte de la vida!

A.A.

Un hombre de talento

Me ha mandado Pilar una cita de Thomas Jefferson que no me resisto a dejar aquí:

Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejercitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron.
Thomas Jefferson, 1802

Nota adicional
Thomas Jefferson, al que conocemos principalmente por haber sido presidente de los Estados Unidos de América, fue una figura extraordinaria en muchos otros campos, a la que merece la pena acercarse. Entre otras cosas, creó la que se considera la primera universidad reglada en EE UU, (la Universidad de Virginia) y fue uno de los fundadores de la Biblioteca del Congreso, uno de cuyos edificios lleva hoy su nombre.
Y no es que fuera un visionario, es que era inteligente, cualidad tan escasa en nuestra especie, aunque parezca lo contrario.

Jefferson a la izquierda; Marta conmigo en la Biblioteca del Congreso, al otro lado.

lunes, 31 de octubre de 2011

Pasar página

Para Antonio. Para José María

He sentido el crujido de la página
al desdoblar su pliegue entumecido
por la postura noble de los años.

Había oído el susurro de las plumas
deshilachando en ella, en tinta roja,
la realidad ignota en el origen.

Había visto su piel estremecerse
por las caricias tiernas de renglones
de caligráficas sedas y armonías.

Y llorar la había visto muchas veces,
y hasta gritar herida por la infamia
de las garras de trazo incomprensible.

Y de pronto, casi sin advertirlo,
apareció la página completa;
con trazos desiguales, pero llena.

Ha sido entonces, al intentar volverse
a buscar en el futuro otros abismos,
cuando he sentido el crujido de su pliegue.

Ahora de nuevo está la piel dispuesta
para dejar correr la tinta roja.
¡Brindemos por el bien que aún nos espera!

A. Álvarez
Octubre de 2011

martes, 30 de agosto de 2011

Niña de mis horas

A Marta, en su 20 cumpleaños

Niña de mis horas superpuestas,
niña de tus horas repartidas.

Tu metrónomo loco va marcando mis tiempos:
horas de casi ningún segundo,
otras horas infinitas.

Horas que planean (todo el tiempo planean)
entre el cielo y la nuca,
entre la nuca y el vientre
(a veces se posan);
y todas me dejan aromas diferentes,
sabores diferentes:
a frutas, a azahar,
a cedro;
también a sal y a café.

Niña de mis horas voladoras
desde las armonías de tu presentimiento.
Tú le pusiste alas a mis horas
y le diste sabores a sus vuelos.
Ellas a cambio siguen, como siempre,
pendientes de tu sueño.

A. Álvarez
Agosto de 2011

miércoles, 24 de agosto de 2011

El hambre y la razón

Acabo de leer Un artículo demagógico de Luis del Val en El Periódico del pasado día 24, en el que el autor se remueve frente al contraste en la prensa entre la publicidad de una clínica de lujo que cobra "por matar de hambre a los clientes", sustituyendo la comida con masajes y consejos, y a vuelta de página -es una licencia literaria-, la historia de una madre somalí, dejando a sus hijos muertos a lo largo de su camino a ninguna parte (dos de tres llevaba perdidos ya; hoy igual no vive ni ella).
Y hoy me voy a mojar porque llevo una náusea ya muchos días por culpa de otro contraste, tal vez mayor: el que se ha venido produciendo en la pantalla del televisor entre las imágenes del África hambrienta y del jolgorio eclesiástico que se ha montado estos días.
Os aseguro que no me gusta arremeter contra la Iglesia, porque en su nombre se hacen cosas muy loables, muchas de ellas en esos sitios "absolutamente olvidados de Dios". Además, generalizar siempre es injusto. Pero esta historia -parafraseando a Pascal- se le escapa tanto a mi razón como a las razones de mi corazón.

...el mismo hotel...

La cantidad de dinero que se ha movido para llevar a cabo el evento, en el más modesto de los cálculos, hubiera supuesto uno de los empujones más significativos en esa lucha tan compleja contra el hambre y las enfermedades en aquella zona. Eso sí, ahora se mandará a África la enorme cantidad de comida que sobró (en algún reportaje se veía comida sin abrir entre la basura que dejaron) que, como todo lo que se manda a África, acabará llegando mermada a los campamentos porque, hasta donde sabemos, el problema del hambre allí va más allá de la falta de comida.
La especie animal a la que pertenezco me suele avergonzar a menudo porque debería utilizar esa anomalía intelectual que nos distingue (no mucho, pero significativamente), en hacer del mundo un lugar confortable y no lo contrario, que es lo que pasa cuando muchos individuos renuncian a la razón (¿por qué?) en interés de unos pocos.

martes, 16 de agosto de 2011

Otra vez el Generalife. Otra vez Lorca

Otra vez el embrujo granaíno, como un atractor gravitacional, nos lleva en una espiral hipnótica a su tela de araña verde (que te quiero verde) en donde suele descansar los veranos, año tras año, el de Fuentevaqueros.

Pilar y yo en el Generalife, antes de la representación

Esta vez era anfitriona del poeta la bailaora (granaína, ella también) Eva Yerbabuena, que compone un retablo con determinados ambientes y situaciones que fueron la cuna en la que Federico crió a Lorca. (Federico según Lorca, se llama la obra. No está mal puesto el nombre.)
Magnífica la alegoría inicial del tiempo, con música contemporánea y estética daliniana en la que los brazos de la bailaora (horario y minutero locos) van perdiendo rigidez, convirtiendo el movimiento en sinuosa caída (flácido desparrame) que precipita a (que precipita en) un desarrollo atemporal de la obra, ya que esta primera parte, llena de espíritu veintisietesco (Buñuel presente con su mirada inquieta), da paso al núcleo central de la misma, en la que el costumbrismo deja los cuadros flamencos más interesantes de la noche: los palos se suceden de la bulería a la soleá ensombreciendo con monotonía creciente las vivencias lorquianas que uno reconoce tanto en los poemarios (el Romancero, sobre todo) como en la obra teatral (Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba). Y en la última parte (algo peor resuelta, para mi gusto), de nuevo la alegoría, lo onírico, lo subrrealista… El títere (su gigante tamaño, en inversa proporción a la escala normal) recoge finalmente los despojos abandonados de aquellos deseos castigados, humillados y proscritos, revividos en los cuadros anteriores.
Fue, por tanto, otra carga de hechizos (innecesarios) en los que tanto nos gusta caer.

Granada, 16 de agosto de 2011